Recientemente, Estados Unidos entró en la carrera por identificar las mutaciones peligrosas del SARS-CoV-2, a pesar de poseer un sistema médico de alto nivel y el soporte de los prestigiosos Centers for Disease Control and Prevention (CDC), “Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades”.
El país se había quedado atrás en la carrera para detectar mutaciones peligrosas del coronavirus, debido según los científicos a la falta de liderazgo y coordinación nacional, a los que se suman la falta de fondos e insumos para unos laboratorios sobrecargados que tratan de combinar las pruebas diagnósticas con la búsqueda de alteraciones genéticas.
“Tenemos los cerebros. Tenemos las herramientas. Tenemos los instrumentos”, dijo Ilhem Messaoudi, director de un centro de investigaciones en la University of California, Irvine (UCI), «Universidad de California en Irvine«. “Solo se trata de apoyar ese esfuerzo”, dijo Messaoudi.
Pero los expertos temen que no esté claro lo que sucede con las variantes y dicen que el país debió de ser más agresivo en la secuenciación en el inicio de una pandemia que ha matado a más de 450,000 personas.
Los virus mutan constantemente. Para anticiparse a la amenaza, los científicos analizan muestras en busca de mutaciones que puedan volver al coronavirus más infeccioso o letal.
De hecho, aún cuando el presidente Joe Biden planea federalizar la respuesta a la pandemia, las nuevas variantes de COVID-19 están poniendo presión a las agencias de salud pública estatales y locales a expandir sus esfuerzos para rastrear y responder a las nuevas cepas.
Las variantes más contagiosas están obligando a que las agencias hagan más intensivo el trabajo de rastrear contactos, administrar la atención médica en todas las jurisdicciones, comunicarse con el público y vacunar a los residentes.
Y es que lo que está en juego es enorme: a los funcionarios de salud pública les preocupa que si se afianzan más variantes transmisibles, se avecina un aumento aún más peligroso, lo que obligará a los funcionarios públicos a imponer nuevas restricciones, que posiblemente incluyan cierres.
«Si una nueva variante se hace cargo y no estamos haciendo todo lo posible para evitar que se afiance, es casi como una nueva pandemia«, dijo Lori T. Freeman, directora ejecutiva de la National Association of County and City Health Officials (NACCHO), «Asociación Nacional de Funcionarios de Salud del Condado y la Ciudad«, una Organización de membresía con sede en Washington, DC que representa a los departamentos de salud locales.
«Los departamentos de salud pública podrían estar en peligro de verse abrumados si no tomamos el control para controlar adecuadamente las variantes«.
Ahora, las agencias de salud pública estatales y locales están preocupadas sobre si tendrán los recursos para tomar las medidas que creen que son necesarias.
En virtud que las pruebas genómicas en los Estados Unidos están todavía por detrás de los esfuerzos en otros países, los científicos aún no saben qué tan generalizadas están las variantes dentro del país.
La administración de Biden ha prometido aumentar rápidamente esas pruebas, y los estados también lo harán.
Por el momento, con mucho aún desconocido sobre las variantes, los estados simplemente están instando al público a mantener la misma vigilancia que las autoridades de salud pública han instado a lo largo de la pandemia.
Matt Bieber, portavoz del New Mexico Department of Health (NMDOH), «Departamento de Salud de Nuevo México«, por ejemplo, dijo en un mensaje de correo electrónico a AP que, si bien el estado está monitoreando nuevas cepas, “En términos de mensajes de salud pública, hemos enfatizado que las mejores prácticas son seguras para COVID prácticas: usar máscaras, lavarse las manos, evitar grupos, etc.»
Hasta el momento, los científicos han identificado tres variantes preocupantes presentes en los Estados Unidos: una encontrada por primera vez en el Reino Unido, otra en Sudáfrica y una tercera en Brasil.
La variante del Reino Unido es la más abundante hasta ahora en los Estados Unidos, con al menos 611 casos en 33 estados, la mayoría de los cuales están en Florida.
Maryland identificó a tres personas con la variante sudafricana y Carolina del Sur identificó a dos. Hasta la semana pasada, la variante de Brasil se había encontrado en solo dos personas infectadas, en Minnesota.
Pero esas pruebas han sido dispersas.
Se secuencia menos del 1% de las muestras positivas en Estados Unidos para determinar si presentan mutaciones preocupantes.
En comparación, Gran Bretaña secuencia el 10%, lo cual les permite descubrir más rápidamente las nuevas amenazas. Esto les da una mayor oportunidad de frenar o detener el problema, sea mediante un mayor rastreo de contactos, posibles ajustes de la vacuna o advertencias al público.
Funcionarios de los CDC dicen que los picos recientes en los casos en Estados Unidos no se deben a variantes.
Pero los expertos temen que no esté claro lo que sucede con las variantes y dicen que el país debió de ser más agresivo en la secuenciación en el inicio de una pandemia que ha matado a más de 450.000 personas.
“Si hubiéramos tenido pruebas de los cambios, tal vez la gente hubiese actuado de otra manera”, dijo el biólogo molecular Dan Jones, de la Ohio State University (OSU), «Universidad Estatal de Ohio«.
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