Un estudio publicado en Earth’s Future, denominado: Riesgos crecientes de futuros extremos climáticos compuestos con el calentamiento de las masas terrestres globales, reveló que los extremos climáticos compuestos como las olas de calor y las lluvias extremas pueden ser desastrosos para la seguridad hídrica, alimentaria y energética del planeta en general, debido a que las lluvias y el calor extremo simultáneos se volverán “más frecuentes, severos y generalizados” bajo el cambio climático, más que las condiciones secas y cálidas.
De acuerdo a la investigación realizada por Haijiang Wu, Xiaoling Su y Vijay P. Singh, señalaron que “la evaluación de riesgos y la cuantificación de los extremos climáticos compuestos se han convertido en una brecha de conocimiento crítica” y más adelante advierten “…descubrimos que durante una estación cálida en la mayoría de las masas terrestres del mundo, los riesgos de extremos compuestos secos-cálidos y extremos compuestos pluviales-cálidos aumentarían notablemente en el futuro”.
Por lo que, “basado en grandes conjuntos de modelos climáticos, este estudio demuestra que se proyecta que el riesgo de extremos climáticos compuestos aumentará de dos a tres veces en la mayoría de las masas terrestres globales en el futuro forzamiento de la Ruta de Concentración Representativa (RCP) en comparación con el forzamiento histórico”, indica el estudio.
Y señalan que en el futuro, “los extremos pluviales y cálidos compuestos se volverán más intensos en el este de Estados Unidos, el este y sur de Asia, Australia y África central”. Y es que según los investigadores, las masas terrestres de la Tierra tienen mayores posibilidades de volverse más húmedas que secas a medida que aumentan las temperaturas.
De acuerdo con la investigación, cuando llegan condiciones de calor húmedo, las olas de calor primero secan el suelo y reducen su capacidad para absorber agua. Las lluvias posteriores tienen más dificultades para penetrar el suelo y, en cambio, corren a lo largo de la superficie, contribuyendo a inundaciones, deslizamientos de tierra, avalanchas de lodo y pérdidas de cosechas, con los daños que estos traen para el ecosistema y la vida.
“Estos extremos climáticos compuestos han atraído una atención considerable en las últimas décadas debido a sus presiones desproporcionadas sobre los sectores agrícola, industrial y de los ecosistemas, mucho más que los eventos extremos individuales por sí solos”, dijo en un comunicado Wu, investigador de la Northwest A&F University de China, “Universidad A&F del Noroeste” y autor principal del estudio.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores emplearon una serie de modelos climáticos para proyectar extremos climáticos compuestos para finales de siglo si las emisiones de dióxido de carbono continúan aumentando progresivamente como hasta ahora.
En el proceso, descubrieron que, si bien algunas regiones del mundo se volverán más secas a medida que aumenten las temperaturas, como Sudáfrica, el Amazonas y partes de Europa, muchas regiones, incluido el este de Estados Unidos, el este y sur de Asia, Australia y África central, recibirán más precipitaciones.
De allí que, se calcule que los extremos húmedos y cálidos también cubrirán un área más grande y serán más severos que los extremos secos y cálidos, haciendo que en el futuro, sean más probables porque la capacidad de la atmósfera para retener la humedad aumenta entre un 6% y un 7% por cada grado Celsius de aumento de temperatura.
En consecuencia, a medida que el planeta se caliente, la atmósfera más cálida retendrá más vapor de agua, lo que se traduce en que habrá más agua disponible para caer en forma de precipitaciones extremas que causarán inundaciones, daños materiales, pérdidas de cultivos así como de vidas.
Los investigadores que realizaron el estudio, consideran que probablemente, las regiones que se verán más gravemente afectadas por los extremos húmedos y cálidos albergan muchas áreas densamente pobladas que ya son propensas a peligros geológicos, como deslizamientos de tierra y corrientes de lodo, y producen muchos de los cultivos del mundo.
Sin lugar a dudas, un aumento de las precipitaciones intensas y las olas de calor podrían provocar más deslizamientos de tierra que amenacen la infraestructura local, mientras que las inundaciones y el calor extremo podrían destruir los cultivos.
Aunque este estudio se ha proyectado en el tiempo, para estimar que podría suceder a finales de siglo, en la actualidad en muchas partes del mundo ya se están experimentando extremos húmedos y cálidos que han generado consecuencias devastadoras.
Tan sólo basta recordar cómo en Europa occidental, las condiciones climáticas provocaron inundaciones mortales en 2021 con enormes daños por inundaciones de las cuencas fluviales de Suiza, Alemania, Bélgica y otros países provocadas por fuertes lluvias durante julio de dicho año.
Ese verano, temperaturas récord secaron el suelo. Poco después, fuertes lluvias cayeron sobre la superficie del suelo reseco y provocaron deslizamientos de tierra masivos e inundaciones repentinas que arrasaron casas enteras y se cobraron más de 200 vidas humanas en la región y muchas más en la fauna local, así como en animales domésticos y el ganado.
Es allí que este estudio alerta sobre el aumento progresivo de los extremos húmedos y cálidos, como las condiciones de las inundaciones europeas de 2021, lo que crea la necesidad de enfoques de adaptación climática que tengan en cuenta las condiciones húmedas y cálidas.
De hecho, para los investigadores, “los riesgos cada vez mayores de los extremos climáticos compuestos se atribuyen principalmente a los cambios de temperatura (STI) y la dependencia entre precipitación (SPI) y temperatura (STI)”.
“Para los extremos secos-calientes compuestos, los puntos calientes se encuentran en el centro de América del Norte, el Amazonas, Europa occidental, el Mediterráneo, Sudáfrica y la costa de Australia; y para los extremos pluviales-cálidos compuestos, los puntos calientes se encuentran en el este de Estados Unidos, el sur de América del Sur, África central, el este y sur de Asia y Australia”.
“Nuestros hallazgos implican que los extremos compuestos pluviales-cálidos también deberían recibir atención, dado el creciente riesgo de que los extremos compuestos pluviales-cálidos en un clima cálido sean mayores que los extremos compuestos secos-cálidos”, señala el estudio desarrollado por Wu, Su y Singh.
“Dado que el riesgo de extremos compuestos húmedo-caliente en un clima cálido es mayor que el de extremos compuestos seco-caliente, estos extremos húmedos-calientes deberían incluirse en las estrategias de gestión de riesgos”, agregó por su parte Wu.
Si bien las olas de calor y las fuertes lluvias pueden ser peligrosas por sí solas, sus impactos combinados pueden ser aún más devastadores. “Si pasamos por alto el riesgo de extremos húmedos y cálidos compuestos y no atendemos con suficiente antelación, los impactos en la seguridad hídrica, alimentaria y energética serían inimaginables”, afirmó Wu.
Esto, sin contar con los daños para la vida humana y el resto de la flora y fauna de esas regiones marcadas como de mayor riesgo de padecer continuas olas de calor y las lluvias extremas. Además, en sus conclusiones los investigadores señalaron que “estos resultados pueden ayudar a los formuladores de políticas, los agricultores y las partes interesadas a adaptarse al cambio climático para hacer frente y mitigar los riesgos potenciales de los extremos climáticos compuestos”.
“Para mitigar y contrarrestar los riesgos exacerbados de los extremos climáticos compuestos en un clima que se calienta, se requieren más esfuerzos para investigar el mecanismo causal de los extremos climáticos compuestos”.
“Desde la perspectiva de los mecanismos impulsores, las retroalimentaciones entre la tierra y la atmósfera, así como las teleconexiones entre el océano y la atmósfera, pueden considerarse predictores para predecir los extremos climáticos compuestos que se avecinan”.
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