Mientras el presidente Donald J. Trump sostiene y asegura que el equipo especial que trabaja para producir la vacuna contra el coronavirus está ofreciendo tenerla lista en octubre, el exvicepresidente y candidato demócrata Joe Biden y a la senadora también demócrata Kamala Harris, han cuestionado la efectividad de la vacuna prometida por el presidente.
No obstante, aunque para la ambos candidatos de fórmula la premura en la aprobación por parte del presidente Trump, no es más que un acto político para ganar votos luego de haber empeñado la palabra en Operation Warp Speed (OWS), “Operation Warp Speed” que acelera la producción de la vacuna en Estados Unidos, el propio Biden afirmó que estaría dispuesto a inyectarse contra COVID-19, aunque eso “le costara las elecciones”.
Más allá de las críticas vertidas por el presidente Trump, acerca de la posición de los demócratas, este lunes el exvicepresidente Biden afirmó que él se aplicaría una vacuna contra COVID-19 tan pronto como ésta sea liberada.
“Si pudiera ponerme una vacuna mañana, lo haría. Si me costara las elecciones, lo haría”, dijo el exvicepresidente Biden en un viaje de campaña a Lancaster y Harrisburg, Pensilvania y agregó: “Necesitamos una vacuna y la necesitamos ahora. Tan pronto como podamos conseguirla”.
Por su parte, Harris durante una entrevista con la cadena CNN, expresó su preocupación de acelerar una vacuna solamente para tenerla lista antes de las elecciones del 3 de noviembre y temió que los científicos a cargo fueran “callados” desde las altas esferas del Gobierno.
Harris sentenció: “Se les pondrá un bozal, se les suprimirá, se les dejará a un lado” y además añadió: “Porque (Trump) está viendo unas elecciones en menos de 60 días y está tratando de conseguir todo lo que pueda para fingir que ha sido un líder en este tema cuando no lo es”.
Aunque esta diatriba sucede en al fragor de la contienda electoral, Estados Unidos rebasa los 6,300,606 casos de personas contagiadas y acumula más de 189,203 muertes, según los datos del sitio Web del Center for Systems Science and Engineering (CSSE), “Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas“ de la Johns Hopkins University (JHU), “Universidad Johns Hopkins“.
Por otro lado, los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), “Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades”, han solicitado directamente a los estados que se preparen para que al menos una de las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 que está en desarrollo y pruebas, esté lista para su distribución a partir del 1 de noviembre dentro de los Estados Unidos.
No obstante, todavía hay una creciente desconfianza hacia una vacuna que sea aprobada “de emergencia” y como parte de “maniobras políticas” porque se convirtió de un momento a otro en una promesa de campaña electoral.
Por ello, hay voces disidentes que surgen luego de que el presidente Trump haya sido cuestionado en decisiones anteriores que han estado equivocadas para atender la pandemia, como promover la hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria.
Igualmente, fue criticado por anunciar el uso del plasma de pacientes que habían superado el COVID-19, como un “tratamiento inovador”, algo que los científicos del Gobierno todavía no respaldan al cien por ciento.
Cómo se recordará hace algunas semanas la Food and Drug Administration (FDA), la agencia de “Administración de Medicamentos y Alimentos”, primero detuvo el uso de plasma sanguíneo para pacientes de COVID-19, pero días más tarde, el propio presidente Trump presionó para que se empleara a través de orden de autorización de uso de emergencia del medicamento.
Esta aprobación se hizo sin pruebas ni ensayos, algo de lo que después se retractó, tras reconocer que esa droga no ha sido efectiva contra el coronavirus, lo cual despertó todo tipo de rumores y reportes donde se afirmaba que se presionó al director de la FDA, Stephen Hahn, para apoyar el uso de la terapia con plasma.
Luego de esto, Hahn tuvo que disculparse por “sobredimensionar” la efectividad de esa terapia con base en una estadística engañosa para afirmar que un tratamiento salvaría 35 vidas de cada 100 personas.
Esto dio pie a que varios investigadores y médicos, como el Dr. Eric Topol, del The Scripps Research Institute, “Instituto de Investigación Scripps”, se mostraran sorprendidos por dichas afirmaciones de Hahn, señalando: “No puedo recordar un error de la FDA o del comisionado tan grave como éste”, por lo evidente de la presión política que recibió el director de la FDA.
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